En esta sesión analizaremos porque todas las empresas e individuos deberían hacer algún tipo de servicio social. Estos son solo textos informativos de investigaciones personales que hemos desarrollado como comunidad que nos parecieron interesantes compartir con un público interesado en crear un cambio dentro de su entorno.
Filantropía de riesgo, es un modelo que introduce McKinsey & Company en un reporte publicado en el 2001 titulado como Effective Capacity Building in Nonprofit Organizations Prepared for Venture Philanthropy Partners. Se discute cómo las compañías deben cumplir su responsabilidad social, además de explicar el importante rol que cumplen las fundaciones dentro de la sociedad. Antes de todo se debe definir qué es la filantropía de riesgo; según EVPA (2020) “Es un enfoque de alto compromiso y de largo plazo mediante el cual un inversionista de impacto apoya a una organización de propósito social para ayudarle a maximizar su impacto social. Para así construir organizaciones más sólidas en las que se invierte con un propósito social, brindándoles apoyo financiero y no financiero.’’ A raíz de esta nueva metodología se crea EVPA una empresa que nace en el 2004 para construir una comunidad de organizaciones interesadas o que practican la filantropía de riesgo y la inversión social en toda Europa. Pero qué tiene que ver EVPA con el propósito de toda empresa de ser sostenible. Resulta que el objetivo final de la filantropía de riesgo es lograr un impacto social. A través de donantes o inversores sociales altamente comprometidos, que están dispuestos a asumir riesgos que la mayoría de los demás inversionistas no están preparados, ya que le temen al respaldo de soluciones innovadoras de las Organizaciones de Propósito Social, (Empresas o como ONG’s u organizaciones benéficas como lo es el caso de la Fundación Dar Esperanza) que buscan erradicar uno de los problemas sociales o ambientales que enfrentamos, pero que carecen de recursos de financieros, recursos humanos, o conocimiento de capacidades. Por eso se dividen los Pilares de la filantropía de riesgo en tres:
Es decir, son empresas o personas que no solo ayudan a crear un cambio, sino que también se debe asegurar que sus valores y propósitos como marca vayan apegados al cambio que están intentando crear, ya que cuando se habla de responsabilidad se trata de crear un cambio comunitario, por ende, debe beneficiar tanto a la sociedad como a la empresa.
En una conferencia en TedTalk Dan Pink (abogado graduado de la Universidad Northwestern, y Juris Doctor de la universidad de Yale) habla de la sorprendente ciencia de la motivación y cómo replantear un negocio. Para así́ poder ayudar a la argumentación y a la motivación necesaria para que, como individuos, empresarios o como empresas hagan su aporte.
Pink, comienza hablando de un problema que se llama el problema de la vela creado en 1945, por el psicólogo Karl Duncker. Un científico lleva distintas personas a una sala donde hay una vela, unas tachuelas/chinches y fósforos, y les indica que su trabajo es fijar la vela en la pared, sin que la cera gotee en la mesa. Para esto, algunos intentan clavar la vela a la pared con chiches, otros encender el fósforo y derretir la vela para adherirla a la pared, pero ninguno de estos funciona. Solo cinco a diez minutos después las personas logran hacer lo que se llama fijación funcional, donde usan la caja donde venían las tachuelas como plataforma para la vela y lograr cumplir con su tarea.
Sam Glucksberg decidió hacer un experimento relacionado al de la vela para hacernos comprender el poder de los incentivos. Glucksberg dividió un grupo en dos: al primero les dijo “Los voy a cronometrar.
¿Con qué rapidez pueden resolver este problema?” Y al segundo grupo le ofreció incentivos, y dijo “Si están dentro del veinticinco por ciento de los más rápidos obtienen cinco dólares. Si están entre los más rápidos de los que están participando hoy aquí obtienen veinte dólares.” En promedio el segundo grupo que tenía un incentivo lo desarrolló en tres minutos y medio más lento que el grupo número uno que no tenía ningún incentivo. Algo ilógico ya que se cree y según el libre mercado y economistas como Adam Smith que, si se quiere rendir mejor, deben de darse recompensas; pues así funcionan los negocios, pero ¿por qué este no funcionó?
Se concluyó que los incentivos económicos entorpecen el pensamiento y bloquean la creatividad, por lo que incentivar a las personas no hará que su desempeño mejore, sino que empeore. Es por eso que el sistema operativo de nuestras empresas que está conformado por motivadores extrínsecos, que se basan en recompensas y castigos no funciona, y en ciertos casos puede perjudicar. Para comprobar que los motivadores extrínsecos no eran positivos Glucksberg hizo otro experimento similar, que presentan el problema representado de manera diferente. A un grupo le dijo que serán cronometrados, y a los otros les prometió incentivos. En este caso los incentivos obtuvieron mejores resultados, ya que las recompensas condicionales de castigo y beneficio funciona extremadamente bien cuando hay reglas sencillas y un objetivo claro.
En lugares como Europa Occidental, Asia, Norteamérica, y Australia, los empleados están enfocados en trabajos analíticos; basados en la rutina, las reglas y un patrón, lo que hace que sean trabajos muy fáciles de automatizar. Es por eso que los trabajos con impacto basados en nuestras habilidades conceptuales, creativas e intuitivas son lo que persistirán en el tiempo siendo realizados por el hombre. Por eso, muchos de nuestros negocios están construidos bajo la metodología errónea, ya que son trabajos de repetición y análisis.
Dan Ariely, uno de los grandes economistas de nuestro tiempo, junto a economistas de la universidad de Carnegie Mellon, la universidad de Chicago y MIT, hicieron un estudio con los alumnos de MIT, con el financiamiento del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos. A los estudiantes se les dio distintos juegos que involucran creatividad, destrezas motoras, y concentración, y les ofrecieron por desempeño, tres niveles de recompensas. Se dieron cuenta que cuando las tareas solo involucraron destreza mecánica los bonos y recompensas funcionaron, cuanto mayor el pago mejor el desempeño. Pero cuando se requería de destreza mental una recompensa mayor llevó a un desempeño peor.
Economistas de la universidad de London School of Economics no se quisieron quedar atrás y analizaron cincuenta y un estudios basados en tres experimentos, donde se evidenció que en ocho de las nuevas tareas los que tenían mayor incentivo tuvieron peor desempeño. Por eso dijeron “Consideramos que los incentivos económicos pueden resultar en un impacto negativo sobre el desempeño general”. Esto comprobó que las formas en que se motiva la gente en la actualidad no son las correctas, y Pink termina concluyendo que se debe crear una motivación intrínseca, que por definición “es aquella motivación que nace del interior de cada uno y es independiente a cualquier tipo de estímulo externo.” (Universidad de Santander, 2021). Lo que quiere decir que esta nace alrededor del deseo de hacer cosas porque importan, nos gustan, son importantes e interesantes. Es por lo que Pink dice que el nuevo sistema operativo de los negocios debe basarse en tres elementos: autonomía, maestría y propósito, y los describe como: Autonomía, el impulso que dirige nuestras propias vidas. Maestría, el deseo de ser mejor, y mejor en algo que importa. Propósito, la intención de hacer lo que hacemos al servicio de algo más grande que nosotros mismos.
Por último, vemos que dentro de los tres elementos que deben seguir las empresas para motivar sus trabajadores está el propósito que estas tengan y que les puedan ofrecer como personas. Donde se les asegure que al trabajar están haciendo las cosas bien y con un impacto que va más allá de ellos mismos.
Peter Singer publicó en el 2012 un libro titulado “Salvar una Vida: Como terminar con la pobreza.” En este se enfoca en establecer las obligaciones morales que todo individuo tiene frente a las oportunidades que se le han presentado, ya que “vivir éticamente en un mundo en el que cada año mueren sin necesidad 18 millones de personas” es ilógico. Por eso, su libro gira alrededor de que todo individuo que tiene como comprar productos además de los básicos tiene los recursos para destinar un pequeño porcentaje (aproximadamente 5%) de sus ingresos a una institución benéfica. Ya que si no estaremos contribuyendo a la muerte de un individuo.
Singer también determina que “la pobreza extrema no significa sólo que haya carencias para satisfacer necesidades materiales. Suele ir acompañada de un estado de indefensión degradante. La pobreza atrapa, y se pierde la esperanza de poder salir alguna vez de esa vida de penurias tras la que, en última instancia, no se podrá demostrar nada más que haber sido capaz de sobrevivir.” Una sensación que como se ha explicó cado anteriormente tanto los jóvenes de la fundación y sus familias atraviesan.
La mayoría de los individuos consideramos obligatorio aliviar el penoso sufrimiento de las personas inocentes aun cuando en ocasiones nos suponga algún costo. Sin embargo, nuestra disposición a prestar ayuda puede verse reducida si pensamos que estamos haciendo más de lo que la justicia dice que nos corresponde. Porque el sentido de justicia es tan poderoso que para impedir que los demás reciban más de lo que les corresponde el ser humano a menudo está dispuesto a recibir menos. Es por eso, que todo individuo debe aportar porque “una sociedad en la que mayor parte de las personas actúen de manera justa obtendrá, por regla general, más beneficios que otra en la que todo el mundo está tratando continuamente de aprovecharse de la injusticia, pues las personas serán más capaces de confiar los unos en los otros y establecer relaciones de cooperación.” Para apoyar ese argumento el filósofo Peter Singer incorpora un elemento crucial en las reflexiones sobre la pobreza en el mundo, dice “la incertidumbre acerca del resultado de nuestro sacrificio.”
Peter Singer establece tres argumentos a favor de quienes viven en la pobreza extrema:“Primera premisa: El sufrimiento y la muerte por falta de alimento, cobijo y atención médica son malos.
Segunda premisa: Si podemos impedir que suceda algo malo sin sacrificar nada tan importante como el mal que pretendemos evitar, es incorrecto no hacerlo. Tercera premisa: Aportar dinero a organismos de ayuda internacional puede impedir el sufrimiento y la muerte por falta de alimentos, cobijo y atención médica, sin sacrificar nada tan importante como los males que vamos a evitar.”
Como conclusión, establece que, si no aportamos dinero a organismos de ayuda internacional, estamos haciendo algo incorrecto. Porque pensar desde el punto ético consiste en ponerse en el lugar de los demás. La ética de la reciprocidad exige que aceptemos que los deseos de los demás deben tenerse en cuenta como si fueran propios.
Es por eso que Singer se apoya de una investigación que Scott Seider hizo mientras era estudiante de la universidad de Harvard donde entrevistó a treinta y ocho alumnos de distintas asignaturas para obtener la percepción que tenían hacia las obligaciones morales de responsabilidad social, donde Singer escoge las dos más controversiales para contra argumentar.
Primer argumento: “No existe un código universal tajante que pueda aplicarse a todo el mundo. Es mejor aceptar que cada cual tiene una opinión distinta al respecto, y que todas las personas tienen derecho a dejarse guiar por sus propias creencias.”
A lo que Peter contraargumenta: “No pretendo afirmar que no hacer donaciones sea igual que cometer semejantes actos de violencia, pero si rechazamos el relativismo moral en alguna situación, debemos rechazarlos en todos.’’
Segundo argumento: “Si alguien quiere comprarse un coche nuevo, que lo haga. Si alguien quiere hacer una reforma en su casa, que la haga, y si necesita un traje, que se lo compre. Trabajan para ganar dinero y tienen derecho a gastarlo en sí mismos.”
Peter contesta: “Ha trabajado mucho para llegar a donde está, ¿acaso no se ha ganado el derecho de disfrutarlo? Parece justo y, al mismo tiempo, es un fiel reflejo de los valores económicos fundamentales de la sociedad en que vivimos. Pero si pensamos en la justicia, también podríamos tener en cuenta que si pertenecemos a la clase media de un país desarrollado es porque tuvimos la suerte de nacer bajo unas circunstancias económicas y sociales que nos permiten vivir cómodamente si nos esforzamos trabajando y poseemos las aptitudes adecuadas.”
De la mano, está el pensamiento de los defensores de la libertad ultranza que se resisten a la idea de que tengamos la obligación de ayudar a los demás. El filósofo Jan Narveson liberalista dice: “Somos sin duda responsables del mal que infligimos a los demás, con independencia de donde están, y debemos resarcir a estas personas... Sin embargo, no encuentro ningún argumento plausible según el cual, en virtud de una obligación general, debemos algo a personas a las que no les hemos hecho nada malo.” Esto se puede interpretar como la filosofía política que dice, “si tú me dejas en paz, yo te dejaré en paz y nos llevamos perfectamente.” Una filosofía que Peter describe como una cruel responsabilidad que tenemos quienes, pese a no haber cometido ninguna falta, viven en la necesidad.
Por último, Claude Rosenberg autor del libro Wealthy and Wise: How you and America can get the most out of your govern, sostiene que donar suele ser una forma más valiosa de invertir recursos, ya que entre más demoras más complejo será abordar los problemas sociales. Así que esta inversión del presente, hará que se evite un aumento excepcional con relación con la tasa de beneficio y capital de un futuro.
Bibliografía: